Los emojis no son un lenguaje universal: género, edad y cultura influyen en su interpretación
Un estudio señala que el origen del interlocutor puede cambiar por completo la lectura que se hace de estos símbolos
Los emojis forman parte de nuestro día a día. Los mensajes de los chats, las publicaciones y los comentarios de redes sociales casi siempre van acompañados, entre otros, de caritas amarillas, animales, corazones, incluso llamaradas de fuego, en función de los sentimientos que queramos reforzar. Estos pequeños símbolos de colores llamativos son tan comunes que hasta hay personas que interpretan su ausencia en los mensajes como señal de que su interlocutor es un borde o está enfadado. Sin embargo, no todo el mundo los interpreta o los identifica igual.
En su estudio, publicado en la revista Plos One en febrero, contó con 523 participantes de origen chino y británico de entre 18 y 84 años. Los autores utilizaron seis emojis de cuatro formatos diferentes (Apple, Android, Windows y WeChat) que representaban seis emociones: felicidad, disgusto, temor, tristeza, sorpresa y enfado. Muestra que las mujeres son algo más precisas al clasificar los emojis felices, temerosos, tristes y enfadados. Ruth Filik, autora principal de la investigación, cree que es una cuestión de interpretación más que de exactitud. En este caso, ellas etiquetaron los emojis de la misma forma que los investigadores con más frecuencia que ellos, señala.
No hubo diferencias entre mujeres y hombres en el reconocimiento de las caras que representaban sorpresa y disgusto. De hecho, esta última emoción fue la única en la que no se vio diferencias por edad, género o cultura a la hora de identificar la carita que la representaba.
En lo relativo a la edad, hay una “ventaja general en la precisión para los participantes más jóvenes”, reza el texto. Uno de los factores que se tuvieron en cuenta es cómo de familiarizados estaban los participantes con cada símbolo evaluado. Esa falta de costumbre puede justificar las diferencias en los resultados respecto a los más jóvenes, apunta Filik.
La cultura es el aspecto que más diferencia marca. Los participantes británicos fueron más certeros al asociar las caritas con la emoción correspondiente que los chinos. Los autores indican en el estudio que tras este resultado puede estar el uso que se le da estos símbolos. Los encuestados chinos tienden a representar esas emociones con emojis completamente distintos: por ejemplo, una cara feliz la utilizan con connotaciones negativas como el sarcasmo.
Los emojis ayudan a comprender lo que realmente quiere expresar quien envía el mensaje y dan “un toque de color”, asegura Sampietro. “Permite personalizar una conversación que podría ser demasiado plana con el formato por defecto de las redes sociales”, añade. Garzón sostiene que hacen la comunicación más sencilla y fluida, “incluso más eficaz”.
La interpretación y su uso dependen de quién sea el interlocutor.
Tanto los símbolos como su interpretación han ido cambiando con el paso del tiempo. Estos diminutos pictogramas han ido aumentando su complejidad y su diversidad. En 2015, los emojis que representaban partes del cuerpo o personas realizando acciones admitieron el cambio en la tonalidad de piel. Ese mismo año incluyeron también parejas homosexuales. Para Garzón son detalles que pueden resultar banales, pero que no lo son en absoluto. Es una cuestión de identidad: “Este tipo de representaciones digitales son absolutamente fundamentales”.
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